El programa espacial de China se apuntó un enorme hito en la búsqueda de liderar la carrera de la exploración espacial. El programa espacial chino es una de las grandes prioridades del Gobierno de Xi Jinping, que aspira a convertir a este país en una gran potencia tecnológica en los próximos 15 años.
El programa es también una fuente de inmenso orgullo nacional pues se ha desarrollado a grandes pasos y de manera autóctona, dado que las leyes de Estados Unidos prohíben que la NASA, la agencia espacial más avanzada del mundo, pueda colaborar con su rival.
La sonda que este país asiático envió a Marte, la Tianwen-1, logró aterrizar con éxito en el suelo del planeta rojo, en el área sur de la llanura Utopia Planitia, en el hemisferio norte marciano. El artefacto voló durante tres horas antes de su entrada en la atmósfera marciana, según la agencia espacial china (CNSA), antes de aterrizar en la Utopia Planitia a las 07:18 horas de Pekín.
Lo que los expertos apodan como los “siete minutos de terror”, el tiempo de descenso durante el que se pierde el contacto con el artefacto y se desconoce si la misión ha tenido éxito, duró nueve minutos con el módulo chino . Durante ese lapso, redujo su velocidad de 4,9 km/s (17640 km/h) a cero. A una altura de unos 10 km sobre la superficie, tras deshacerse del escudo protector, encendió sus retrocohetes y desplegó su gigantesco paracaídas, de 200 metros cuadrados, para ayudarle con la frenada.
Es la primera vez que un país logra, en su primer intento, llegar a Marte, orbitarlo y aterrizar en él. Con este logro, China se convierte en la tercera nación, después de Estados Unidos y la extinta Unión Soviética, en dejar su huella en ese cuerpo celeste. La próxima etapa de la misión consistirá en la salida del robot explorador Zhurong (nombre del dios del fuego en la mitología china), del módulo de aterrizaje en el que ha viajado. El rover de 1,85 m de altura y 240 kg tiene programado separarse del módulo el día 22 de mayo.
El lugar de aterrizaje, Utopia Planitia, es un cráter gigantesco en el hemisferio norte de Marte que se formó por el impacto de un meteorito hace millones de años. El lugar donde se encuentra y la poca elevación de la llanura ayudaron a frenar el descenso del módulo por el paracaídas. Lo anterior es importante, dado que la envoltura de gases del planeta rojo es mucho menos densa que en la Tierra.
La misión Tianwen está formada por tres módulos:
el orbitador, que hasta ahora ha girado en torno al planeta rojo,
el aterrizador y
el Zhurong, el rover que explorará los alrededores y enviará imágenes a la Tierra. Los expertos chinos aspiran a que el vehículo pueda completar al menos 90 soles, o días marcianos (92 días terrestres), antes de dejar de estar operativo. Zhurong está equipado con cámaras de exploración del terreno, una cámara multiespectro, un detector de la composición del suelo, un magnetómetro y un radar, entre otros instrumentos. El robot analizará con ellos la topografía, la geografía y la atmósfera del área. Según el periódico Global Times, los ingenieros chinos lo han fabricado con un material nuevo que le permitirá resistir las durísimas tormentas de arena en la superficie de Marte, que pueden alcanzar vientos de 180 metros por segundo, o tres veces más que los huracanes más fuertes en la Tierra.
Tianwen-1 se lanzó en julio de 2020 y llegó en febrero de 2021 a Marte.
China ha conseguido hasta ahora enviar a astronautas al espacio, lanzar sondas a la Luna y posar un robot en Marte, el premio más prestigioso en la competición por el dominio del espacio.
La sonda china Tianwen-1 envía las primeras imágenes tras su llegada a Marte